Características de la dieta mediterránea
La dieta mediterránea se ha ido forjando a lo largo
del tiempo, y es fruto de la influencia que nos han dejado
todos los pueblos que han pasado por estos países:
iberos, celtas, griegos, romanos, bárbaros y árabes.
Griegos y romanos sentaron las bases de
lo que actualmente conocemos como dieta mediterránea
con la "trilogía mediterránea";
pan, aceite y vino, presentes desde siempre en nuestra cultura.
Para Homero ser comedor de pan era sinónimo
de hombre. Es tos elementos continúan con el cristianismo,
para el que pan y vino eran fundamentales. Más tarde
la relación con los pueblos germanos incorpora la
carne a la alimentación; y por último los
árabes introdujeron alimentos nuevos como las berenjenas
o las alcachofas, y otros tan importantes para la dieta
mediterránea como el arroz o la pasta.
A todo este bagaje cultural hay que añadir
el descubrimiento de América, gracias al cual conocemos
alimentos tan importantes en la elaboración de gran
parte de nuestros platos como la patata, el pimiento o el
tomate.
La dieta mediterránea no puede ser
única ya que son varios los países que la
disfrutan, y por tanto cada uno de ellos aporta sus peculiaridades;
pero sí hay una serie de características que
son comunes a todas ellas:
Aceite de oliva
como principal fuente de grasa.
Frugalidad: las cantidades de alimentos eran bajas en relación
con la actividad física que era alta, ya que la mayoría
de la población desarrollaba actividades agrarias.
Actualmente la actividad que desarrollamos es menor y, por
tanto, las cantidades de alimentos deben ser más
bajas.
Consumo alto
de alimentos ricos en fibra como frutas, verduras, legumbres
y hortalizas; las ensaladas están presentes
en todas las comidas, y éstas terminan con fruta
como postre, la mayoría de las veces. Se deben tomar
legumbres al menos dos veces en semana y al menos tres o
cuatro piezas de fruta al día.
Preparaciones culinarias
cuidadas y sencillas: hervidos, asados.
Texturas firmes; fritos, pan, frutas, verduras, frutos secos
y hortalizas crudas. El consumo de pan fresco, arroz, y
pasta sigue siendo alto; y se va incrementando el de pasta
fresca.
Pastas y arroces se deben tomar de tres a cuatro veces por
semana.
Escaso consumo de alimentos proteicos, sobre todo carnes
rojas, y más de pescado y aves de corral.
Uso de productos como el ajo o la cebolla,
y algunas especies y yerbas aromáticas.
Gusto por los ácidos; las ensaladas
se aliñan generosamente con vinagre y el uso de limones
y cítricos en general es muy importante. La naranja
figura entre las frutas preferidas por la población.
Vino en las comidas principales en cantidades moderadas
(unos 150 cc en cada comida).
Uso de gran cantidad de productos frescos.Quizás,
en lugar de hablar de dieta únicamente, deberíamos
hablar de vida mediterránea, porque no se trata sólo
de una forma de alimentarse, sino también de una
forma de vida, con costumbres tan saludables como la siesta
y trabajos de gran actividad física, con un gasto
de alto de energía, como la agricultura.
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